La lucha contra la pesca, el comercio y el consumo de
inmaduros sigue siendo necesaria, ya que todavía se siguen pescando y vendiendo
ejemplares que no alcanzan la talla mínima biológica.
La talla mínima
biológica hace referencia al tamaño en el que el 50% de los individuos de
una población ha alcanzado la madurez sexual, de ahí que comúnmente se llama inmaduros a los ejemplares que no
alcanzan su talla. Esto significa que si capturamos y consumimos especies
por debajo de la talla establecida, no les hemos dado oportunidad de
reproducirse y, por lo tanto, el número de individuos de esa población irá
disminuyendo paulatinamente.
Muchas veces se venden ejemplares inmaduros de una especie,
haciendo creer a quienes lo compran que son adultos de otra especie más
pequeña. Por ejemplo, durante mucho tiempo se ha ofrecido inmaduros de
sardinas, boquerones y otras especies como si fuesen chanquetes. En otros
lugares, se venden inmaduros de pulpo como si fuesen globitos ( que es una
especie parecida al pulpo pero muy pequeña).
Algunas especies tienen establecidas distintas tallas
mínimas dependiendo de su caladero de origen ( Atlántico, Mediterráneo…)
Para frenar el comercio de inmaduros es necesaria una mayor
sensibilización por parte de las personas implicadas. Recuerda que todos
debemos ayudar a reducir este problema y, como consumidores responsables,
podemos hacerlo rechazando en mercados y restaurantes aquellos ejemplares cuyo
tamaño esté por debajo de talla mínima establecida.
EVITA EL CONSUMO DE
INMADUROS
Las consecuencias negativas que tiene el consumo de
inmaduros son múltiples, entre ellas destacan las siguientes:
Ecológicas:
La captura de inmaduros limita gravemente la regeneración de
los recursos pesqueros, al no permitir que los individuos se reproduzcan.
Económicas:
Si la situación no cambia en el futuro, el principal
problema económico recaerá sobre los propios pescadores, que verán disminuir
gravemente sus beneficios, debido a la escasez de recursos. Además, los consumidores
tendrán que pagar más caro el escaso pescado que llegue a los mercados.
El pescado inmaduro no se vende en las lonjas, por lo que no
pasa inspección sanitaria; va directamente del pescador al consumidor, lo que
conlleva riesgos para la salud.
El mar constituye una fuente de
alimentos para las personas. Estos productos son renovables siempre y cuando se
les deje el tiempo suficiente para su regeneración, es decir, los peces que
capturamos deben ser sustituidos por las nuevas generaciones para que no
disminuya la cantidad de estos en el mar. Cuando esto ocurre y además se pesca
con exceso, se puede producir lo que se conoce como “sobrepesca”.
Las principales medidas adoptadas para conseguir una pesca
sostenible son:
La talla mínima biológica:
Es la talla a partir de la cual los individuos pueden
reproducirse, puesto que han alcanzado la madurez sexual. Los ejemplares que no
alcanzan esta talla se llaman inmaduros y no se deben capturar, para
permitirles que se reproduzcan al menos una vez.
Los tamaños mínimos
de luz de malla:
Establecen la mediad permitida a los agujeros de una red,
para garantizar que no se capturen especies por debajo de la talla mínima
biológica.
Para algunas pesquerías hay establecidos unos máximos de
captura; de tal forma que , cuando se alcanza ese valor, se prohíbe seguir
pescando esa especie.
Las paradas
biológicas:
Consiste en prohibir la pesca en un caladero durante un
tiempo, para que se regeneren las especies. En el caso de los moluscos se
establece una veda en la época de reproducción.
Los arrecifes
artificiales:
Son estructuras sólidas sumergidas en los fondos marinos,
que impiden la pesca en zonas prohibidas y con artes de pesca poco selectivos
como el arrastre. Por otro lado, los huecos de estas estructuras funcionan como
zonas de abrigo de las corrientes, donde los animales pueden encontrar refugio
y alimento, aumentando la supervivencia de los alevines en su entorno.